SIMBOLISMO DE LA ESVÁSTICA…
El esvástica, la esvástica, el tetraskel, la cruz gamada, el fylfot, la rueda solar de cuatro ramas,… numerosos son los nombres para este símbolo. ¿Es realmente necesario presentarlo? ¿Y es presentable? Aunque pueda parecer fuerte, la respuesta es ¡sí! Para eso hace falta aclarecer de antemano la situación histórica de la esvástica. Ya es hora de rehabilitar ese símbolo milenario para la mayoría de la gente, pues que no es un invento del siglo XX; es tan antiguo como las más antiguas civilizaciones del mundo. También se cree a veces que es un símbolo hindú, pues lo es también, pero no es de origen hindú, es mucho más antiguo. Las más antiguas inscripciones de la esvástica fueron encontradas en Ucrania en unas defensas de mamut y fueron fechadas alrededor del 10.000 antes de nuestra era. Así que se puede decir que este símbolo tiene más bien un origen europeo.
Muchas culturas en el mundo usaron y siguen usando este símbolo. Se encontró en la civilización sumeria, las culturas europeas durante sus diferentes fases históricas, las civilizaciones amerindias, y en casi todas las culturas asiáticas. Aun hoy en día sigue siendo un símbolo sagrado en India donde se encuentra asociado al culto del Dios Ganesh o de Buda, y en todo el oriente donde está considerado como uno de los más grandes amuletos de la buena suerte. Esto es tan cierto que en algunos países de oriente, la cruz roja tiene como símbolo una esvástica roja en vez de una cruz. Sería entonces muy injusto de ignorar la verdadera dimensión histórica de la cruz gamada ya que estamos en presencia de un símbolo que tiene unos 12.000 años de antigüedad. Hace menos de un siglo que la cruz gamada fue por primera vez utilizada como un símbolo político. Este signo fue y sigue siendo una de las más antiguas marcas culturales y religiosas de las tradiciones paganas.
Hemos visto que los Sumerios usaron este símbolo de forma muy temprana, pero es extraño de constatar que los herederos de esta cultura, los Asirios y los Babilónicos, no han utilizado la esvástica. Lo mismo ocurre con la civilización egipcia donde la esvástica brilla por su ausencia.
A cambio, este símbolo se encuentra de forma masiva en todas las culturas de origen indoeuropeo: Hititas, Indoarios, Iranoarios, Persas, Griegos, Romanos, Celtas, Germanos, y Eslavos. Pero al contrario de lo que pretendía Guido Von List, entre Germanos y el resto del norte europeo, la esvástica aparece de forma tardía. A cambio en el sur de Europa, la cruz gamada estuvo muy de moda desde la edad de bronce e incluso desde el neolítico. En Escandinavia ese signo echa raíces durante la edad de hierro donde fue ligado al culto del Dios Thor.
Después de la cristianización de los Vikingos, era costumbre grabar una esvástica en el centro de un crucifijo. Este hecho es típico de la fase de transición donde se nota una fuerte mezcla de simbolismo pagano y cristiano. Pero también en ese caso, el cristianismo se esforzó en hacer desaparecer le símbolo, ya que lo juzgaba como una reminiscencia de la “idolatría” pagana.
Entre los pueblos anteriores a los indoeuropeos, está sobre todo presente en las culturas de los Balcanes, del centro y del este de Europa, y en la civilización del valle del Indo. También existe en Europa un caso bastante particular que es el del país vasco, uno de los pocos pueblos anteriores a los Indoeuropeos en haber mantenido su cultura y su identidad a través del tiempo. La esvástica es el símbolo por excelencia de los Vascos. Lo llaman Lauburu, palabra que significa “cuatro cabezas”.
Otro hecho interesante, es que al parecer no hay constancia de la esvástica en América antes de la llegada de los Españoles, lo que podría suponer que ese signo fue una importación de los colones de Europa.
En cuanto al simbolismo de la esvástica, se puede decir que coincide completamente con el simbolismo de la rueda solar (ver artículo sobre la rueda solar al final de éste). La cruz gamada es así un SÍMBOLO SOLAR en conexión muy estrecha con los 4 puntos cardinales y sobre todo con las 4 estaciones del año marcadas por los solsticios y los equinoccios. Este último detalle tiene su importancia ya que podría ser la prueba que la esvástica tiene que haber nacido en tierras marcadas por las 4 estaciones, lo que excluye el oriente prójimo, los países tropicales o ecuatoriales. Además, algunos mitos solares como en Grecia o en la India ligan este signo al simbolismo polar. También parece que la esvástica pudo remplazar la rueda solar para insistir más aun sobre el aspecto giratorio. El movimiento cíclico es símbolo de vida. Ese movimiento se genera en el centro del signo, el polo cósmico, representando el eje inamovible que garantiza el orden natural de las cosas y la ley de los ciclos.
Sea cual sea el sentido en el que se pone la esvástica, siempre parece estar en perfecto equilibrio. Por eso que es también símbolo del orden cósmico en lucha contra las fuerzas del caos y de la disolución. Manejar la cruz gamada es tener control sobre el espacio, el tiempo, e incluso sobre uno mismo.
Hoy en día existe una interpretación muy equivocada en cuanto al sentido giratorio de la esvástica. Se cree a menudo que en un sentido giratorio es bueno y en el otro es malo. Este cuento nació después de la segunda guerra mundial y no tiene ningún fundamento histórico. Ambos sentidos giratorios son buenos. Solamente expresan un ángulo de vista diferente. Las muy numerosas pruebas arqueológicas demuestran con claridad que no existe un lado vinculado al bien y el otro al mal, aun menos sabiendo que estas nociones de bien absoluto y de mal absoluto no existen en las tradiciones paganas ya que eso fue un invento de los monoteístas.
Hathuwolf Harson
Fuente:
“Dictionnaire des symboles”, Jean Chevalier et Alain Gheerbrant
“Dictionnaire des symboles”, Jean Chevalier et Alain Gheerbrant
EL SIMBOLISMO DE LA RUEDA SOLAR... SÍMBOLO NUESTRO DESDE TIEMPOS MUY REMOTOS...
La rueda solar es una evolución mayor del símbolo solar primitivo que es el circulo. Los dos ejes orientados hacia los cuatro puntos cardinales forman así la base de todos los signos de orientación. Es el mismo que forma una brújula marcando el Norte en su parte superior. Pero bien antes de la invención de la brújula, este símbolo solar estaba presente en todas las culturas europeas sobre todo desde la edad de bronce.
Esta lejana época nos a legado entre otras cosas las numerosas rocas gravadas en Escandinavia recubiertas de estas ruedas solares. Encontramos también gran numero de ellas en la tradición Celta aunque otras culturas paganas alrededor del mundo han hecho uso de este símbolo. Pero antes de adentrarnos en los misterios de la rueda solar, veamos antes algunos aspectos ligados a la noción misma de la orientación. La orientación implica tres elementos de base : la ubicación del sujeto está marcada por el punto central, la orientación en el espacio marcada según los puntos cardinales terrestres Este y Oeste que designan el amanecer y el ocaso del sol, la orientación marcada según los puntos cardinales del eje Norte y Sur. La rueda solar vehicula una verdadera síntesis de la orientación en todos los sentidos.
No solo nos orienta en el espacio, pero también en el tiempo del transcurso del año solar ya que esta rueda sagrada es un símbolo del movimiento vital. Sin movimiento no hay vida, es el movimiento cíclico que marca nuestras festividades paganas más importantes como los solsticios de invierno y de verano, los equinoccios de otoño y primavera. Estas fiestas no fueron meramente agrícolas, tuvieron un carácter altamente religioso para nuestros ancestros politeístas.
El solsticio de invierno deformado por el cristianismo, se transformó en la fiesta de Navidad, esta fecha marca el momento del año en el cual la Naturaleza recupera su aliento abriendo así las puertas del nuevo año tras un periodo de 12 noches sagradas. Los días se hacen más largos, permitiendo así la llegada de días mejores y el retorno del sol. Los Romanos celebraban el culto al Dios solar Mitra entre otros, este renacía cada año el 25 de diciembre como hijo del sol, se designó esta fecha como la de Sol Invictus, o sol invicto. Poco antes los romanos habían celebrado las Saturnales, momento cuando era costumbre de hacerse regalos. Este periodo se acababa con la fiesta y el culto al Dios Janus el Dios bicéfalo que lleva una llave en las manos. Este Dios dio su nombre al mes de Enero (de Ianuarius a Janeiro y Janero derivando a Enero) siendo este el que abre y cierra las puertas del nuevo año solar. Esta época del año estaba tan arraigada en todas las culturas paganas de Europa que el cristianismo solo pudo acabar con ella integrándola en su calendario a finales del siglo IV, colocando en la misma fecha el nacimiento del cristo para sustituir y borrar el recuerdo del Sol Invictus.
El equinoccio de primavera, marca el retorno de los días hermosos y cálidos, es el periodo del año dedicado a la fertilidad y el amor. La vegetación vuelve a crecer de nuevo y los demonios del invierno son expulsados, la promesa de campos fértiles llena de esperanza los corazones de las personas, las flores inundan con miles de colores los prados, las parejas se forman y se unen gracias al encanto mágico de la primavera. Todo crece. Es la celebración del renacer de la vida tras la pausa invernal. Los Germanos rendían culto a Ostara también llamada Eostre, Diosa que dio su nombre a la fiesta de Pascua (Ēostre, quien se halla detrás del nombre de la pascua en inglés: Easter). En aquel periodo en el cual los días y las noches son de misma duración, era evidentemente la ocasión de celebrar la unión del Padre-Cielo y de la Madre-Tierra, unión que, nueve meses más tarde, durante el solsticio de invierno, dará a luz al Sol Invictus, el hijo del sol.
El solsticio de verano es el momento en el cual el sol se encuentra en su apogeo, marcando para nuestros ancestros un instante mágico durante el cual las fuerzas solares están al máximo de sus capacidades. La naturaleza resplandece con fuerza y con inigualable claridad. El verano trae consigo, calor, alegría y abundancia, elementos que aun hoy hechizan a los veraneantes en busca de felicidad estival. Pero el solsticio es un momento paradójico del año, ya que en el mismo instante en el que el sol se encuentra en su punto culminante, momento de la victoria de las fuerzas solares sobre las del oscuro invierno, el sol anuncia ya el destino inevitable de su carrera cíclica y del declive que le espera. Los días, poco a poco empezaran a ser más cortos, la luz diurna tomara el camino del Crepúsculo de los Dioses. Para los Germanos era costumbre incendiar grandes ruedas solares y de lanzarlas por pendientes, lo que simbolizaba el aspecto fecundante del sol y su declive anunciado. Muchos ritos han representado y siguen representando el solsticio de verano. En los países bálticos donde el paganismo aun sigue vivo, el solsticio de verano es una autentica fiesta nacional, las personas llevan coronas hechas con hojas de roble que simbolizan el sol sacro, bailan y cantan alrededor de las hogueras. Estos fuegos se encuentran por toda Europa donde los pueblos celebran la alegría del día más largo del año. Los bailes en círculo al igual que los fuegos son himnos simbólicos al sol. El cristianismo intentó también desviar y hacerse con el sentido de estas fiestas, haciendo de ella la fiesta de San Juan. Estas fiestas de San Juan tienen, desde algunas décadas, tendencia a volver a sus raíces verdaderas: paganas. Un caso flagrante son Les Focs de la San Joan en Catalunya Nord. Esta fiesta esta ligada no a santos cristianos, sino al Dios solar de todas la tradiciones paganas de Europa : Apolo para los Griego, Belenos/Lugh para los Celtas, Balder en la tradición Germano-Nordica, Abelio para los Celtiberos, Dazbog para los Eslavos. Aunque hay que precisar que para los Celtas, las 4 fiestas mayores no coinciden con las fechas de los demás pueblos europeos, lo que a veces genera confusión.
La cuarta fiesta es la del equinoccio de otoño, la cual es también algo paradójica. Marca por un lado la abundancia ya que es el momento de agradecer a los Dioses por las buenas cosechas, pero por otro lado esta fiesta marca el declive del sol en su carrera cíclica. La abundancia en esta fiesta se encuentra en la Erntedankfest alemana donde se agradece a los Dioses por las buenas cosechas. En este caso el velo cristiano es muy fino y es necesario de poco para encontrar el origen real de la celebración. Cuando el sol mengua, solo es necesario observar a la Naturaleza para darnos cuenta de que los días se hacen más cortos, que las hojas caen de los arboles, que el frió se hace sentir y que muchas plantas mueren. La muerte está a la vuelta de la esquina, es la época en la que las puertas del más allá se abren y se teme a los espectros. En el mito europeo de la Cacería Salvaje, el Dios Wotan cabalga Sleipnir surcando el cielo otoñal acompañado de todos los guerreros muertos en combate. Pero la muerte no es definitiva, ya que un viejo dicho pagano dice que es necesario morir para renacer, como un árbol que muere solo en apariencia para renacer en la siguiente primavera.
A este nivel de nuestro estudio hemos acabado una vuelta completa de nuestra rueda solar.
Esta rueda solar esconde otro principio fundamentas que fue estudiado por el gran filosofo Heidegger. Es el principio del Ser y del Tiempo (en el sentido del tiempo que pasa). El eje horizontal del símbolo representa el Tiempo, es decir, todo lo que cambia sometido a los caprichos del destino. El aspecto material está incluido en este eje. Una expresión del Tiempo es por ejemplo el cuerpo físico que nace, crece y finalmente desaparece, mientras que el eje vertical representa el Ser, el aspecto eterno e inmutable, la fuerza espiritual que emana de toda vida. Pero al contrario de los monoteísmos que separan las nociones de cuerpo y espíritu, la sabiduría pagana se refleja en el simbolismo de la Rueda Solar demostrando que el Tiempo y el Ser son dos conceptos inseparables.
Según las explicaciones admitidas, el eje horizontal sería de naturaleza femenina, cuando el eje vertical sería de naturaleza masculina. La imagen de ese simbolismo es de carácter bastante sexual y concuerda con otros símbolos relacionados a los ejes de la rueda solar que hemos visto aquí arriba. Las cuatro extremidades de la Rueda Solar nos conectan con el simbolismo de la cifra 4 íntimamente ligado a la tierra. El círculo representa el sol y el 4 la tierra. Estamos con este código numérico una vez más en presencia de la unión del sol con la tierra.
Precisemos de paso que este símbolo es a menudo llamado « cruz céltica », palabra que debería ser empleada con prudencia por varias razones :
-Este símbolo no es únicamente celta, y como hemos precisado, se encuentra en todas las culturas paganas de Europa y en algunas fuera de ella.
-La cruz celta es una evolución cristiana de la Rueda Solar en la que los ejes sobresalen del circulo para acabar asemejándose al crucifijo cristiano, en este caso la simbología pagana y cristiana se han mezclado.
Para concluir podemos decir que este símbolo milenario engloba todos los aspectos ligados a los ciclos solares, al eterno retorno, al ritmo natural de los elementos celestes en equilibrio con los elementos terrestres y la harmonía perfecta entre todas las fuerzas garantes del orden cósmico. Es un himno a la gloria del sol.
Hathuwolf Harson
Traducción: Daniel Gonnard
Fuente:
“Dictionnaire des symboles”, Jean Chevalier et Alain Gheerbrant
La rueda solar es una evolución mayor del símbolo solar primitivo que es el circulo. Los dos ejes orientados hacia los cuatro puntos cardinales forman así la base de todos los signos de orientación. Es el mismo que forma una brújula marcando el Norte en su parte superior. Pero bien antes de la invención de la brújula, este símbolo solar estaba presente en todas las culturas europeas sobre todo desde la edad de bronce.
Esta lejana época nos a legado entre otras cosas las numerosas rocas gravadas en Escandinavia recubiertas de estas ruedas solares. Encontramos también gran numero de ellas en la tradición Celta aunque otras culturas paganas alrededor del mundo han hecho uso de este símbolo. Pero antes de adentrarnos en los misterios de la rueda solar, veamos antes algunos aspectos ligados a la noción misma de la orientación. La orientación implica tres elementos de base : la ubicación del sujeto está marcada por el punto central, la orientación en el espacio marcada según los puntos cardinales terrestres Este y Oeste que designan el amanecer y el ocaso del sol, la orientación marcada según los puntos cardinales del eje Norte y Sur. La rueda solar vehicula una verdadera síntesis de la orientación en todos los sentidos.
No solo nos orienta en el espacio, pero también en el tiempo del transcurso del año solar ya que esta rueda sagrada es un símbolo del movimiento vital. Sin movimiento no hay vida, es el movimiento cíclico que marca nuestras festividades paganas más importantes como los solsticios de invierno y de verano, los equinoccios de otoño y primavera. Estas fiestas no fueron meramente agrícolas, tuvieron un carácter altamente religioso para nuestros ancestros politeístas.
El solsticio de invierno deformado por el cristianismo, se transformó en la fiesta de Navidad, esta fecha marca el momento del año en el cual la Naturaleza recupera su aliento abriendo así las puertas del nuevo año tras un periodo de 12 noches sagradas. Los días se hacen más largos, permitiendo así la llegada de días mejores y el retorno del sol. Los Romanos celebraban el culto al Dios solar Mitra entre otros, este renacía cada año el 25 de diciembre como hijo del sol, se designó esta fecha como la de Sol Invictus, o sol invicto. Poco antes los romanos habían celebrado las Saturnales, momento cuando era costumbre de hacerse regalos. Este periodo se acababa con la fiesta y el culto al Dios Janus el Dios bicéfalo que lleva una llave en las manos. Este Dios dio su nombre al mes de Enero (de Ianuarius a Janeiro y Janero derivando a Enero) siendo este el que abre y cierra las puertas del nuevo año solar. Esta época del año estaba tan arraigada en todas las culturas paganas de Europa que el cristianismo solo pudo acabar con ella integrándola en su calendario a finales del siglo IV, colocando en la misma fecha el nacimiento del cristo para sustituir y borrar el recuerdo del Sol Invictus.
El equinoccio de primavera, marca el retorno de los días hermosos y cálidos, es el periodo del año dedicado a la fertilidad y el amor. La vegetación vuelve a crecer de nuevo y los demonios del invierno son expulsados, la promesa de campos fértiles llena de esperanza los corazones de las personas, las flores inundan con miles de colores los prados, las parejas se forman y se unen gracias al encanto mágico de la primavera. Todo crece. Es la celebración del renacer de la vida tras la pausa invernal. Los Germanos rendían culto a Ostara también llamada Eostre, Diosa que dio su nombre a la fiesta de Pascua (Ēostre, quien se halla detrás del nombre de la pascua en inglés: Easter). En aquel periodo en el cual los días y las noches son de misma duración, era evidentemente la ocasión de celebrar la unión del Padre-Cielo y de la Madre-Tierra, unión que, nueve meses más tarde, durante el solsticio de invierno, dará a luz al Sol Invictus, el hijo del sol.
El solsticio de verano es el momento en el cual el sol se encuentra en su apogeo, marcando para nuestros ancestros un instante mágico durante el cual las fuerzas solares están al máximo de sus capacidades. La naturaleza resplandece con fuerza y con inigualable claridad. El verano trae consigo, calor, alegría y abundancia, elementos que aun hoy hechizan a los veraneantes en busca de felicidad estival. Pero el solsticio es un momento paradójico del año, ya que en el mismo instante en el que el sol se encuentra en su punto culminante, momento de la victoria de las fuerzas solares sobre las del oscuro invierno, el sol anuncia ya el destino inevitable de su carrera cíclica y del declive que le espera. Los días, poco a poco empezaran a ser más cortos, la luz diurna tomara el camino del Crepúsculo de los Dioses. Para los Germanos era costumbre incendiar grandes ruedas solares y de lanzarlas por pendientes, lo que simbolizaba el aspecto fecundante del sol y su declive anunciado. Muchos ritos han representado y siguen representando el solsticio de verano. En los países bálticos donde el paganismo aun sigue vivo, el solsticio de verano es una autentica fiesta nacional, las personas llevan coronas hechas con hojas de roble que simbolizan el sol sacro, bailan y cantan alrededor de las hogueras. Estos fuegos se encuentran por toda Europa donde los pueblos celebran la alegría del día más largo del año. Los bailes en círculo al igual que los fuegos son himnos simbólicos al sol. El cristianismo intentó también desviar y hacerse con el sentido de estas fiestas, haciendo de ella la fiesta de San Juan. Estas fiestas de San Juan tienen, desde algunas décadas, tendencia a volver a sus raíces verdaderas: paganas. Un caso flagrante son Les Focs de la San Joan en Catalunya Nord. Esta fiesta esta ligada no a santos cristianos, sino al Dios solar de todas la tradiciones paganas de Europa : Apolo para los Griego, Belenos/Lugh para los Celtas, Balder en la tradición Germano-Nordica, Abelio para los Celtiberos, Dazbog para los Eslavos. Aunque hay que precisar que para los Celtas, las 4 fiestas mayores no coinciden con las fechas de los demás pueblos europeos, lo que a veces genera confusión.
La cuarta fiesta es la del equinoccio de otoño, la cual es también algo paradójica. Marca por un lado la abundancia ya que es el momento de agradecer a los Dioses por las buenas cosechas, pero por otro lado esta fiesta marca el declive del sol en su carrera cíclica. La abundancia en esta fiesta se encuentra en la Erntedankfest alemana donde se agradece a los Dioses por las buenas cosechas. En este caso el velo cristiano es muy fino y es necesario de poco para encontrar el origen real de la celebración. Cuando el sol mengua, solo es necesario observar a la Naturaleza para darnos cuenta de que los días se hacen más cortos, que las hojas caen de los arboles, que el frió se hace sentir y que muchas plantas mueren. La muerte está a la vuelta de la esquina, es la época en la que las puertas del más allá se abren y se teme a los espectros. En el mito europeo de la Cacería Salvaje, el Dios Wotan cabalga Sleipnir surcando el cielo otoñal acompañado de todos los guerreros muertos en combate. Pero la muerte no es definitiva, ya que un viejo dicho pagano dice que es necesario morir para renacer, como un árbol que muere solo en apariencia para renacer en la siguiente primavera.
A este nivel de nuestro estudio hemos acabado una vuelta completa de nuestra rueda solar.
Esta rueda solar esconde otro principio fundamentas que fue estudiado por el gran filosofo Heidegger. Es el principio del Ser y del Tiempo (en el sentido del tiempo que pasa). El eje horizontal del símbolo representa el Tiempo, es decir, todo lo que cambia sometido a los caprichos del destino. El aspecto material está incluido en este eje. Una expresión del Tiempo es por ejemplo el cuerpo físico que nace, crece y finalmente desaparece, mientras que el eje vertical representa el Ser, el aspecto eterno e inmutable, la fuerza espiritual que emana de toda vida. Pero al contrario de los monoteísmos que separan las nociones de cuerpo y espíritu, la sabiduría pagana se refleja en el simbolismo de la Rueda Solar demostrando que el Tiempo y el Ser son dos conceptos inseparables.
Según las explicaciones admitidas, el eje horizontal sería de naturaleza femenina, cuando el eje vertical sería de naturaleza masculina. La imagen de ese simbolismo es de carácter bastante sexual y concuerda con otros símbolos relacionados a los ejes de la rueda solar que hemos visto aquí arriba. Las cuatro extremidades de la Rueda Solar nos conectan con el simbolismo de la cifra 4 íntimamente ligado a la tierra. El círculo representa el sol y el 4 la tierra. Estamos con este código numérico una vez más en presencia de la unión del sol con la tierra.
Precisemos de paso que este símbolo es a menudo llamado « cruz céltica », palabra que debería ser empleada con prudencia por varias razones :
-Este símbolo no es únicamente celta, y como hemos precisado, se encuentra en todas las culturas paganas de Europa y en algunas fuera de ella.
-La cruz celta es una evolución cristiana de la Rueda Solar en la que los ejes sobresalen del circulo para acabar asemejándose al crucifijo cristiano, en este caso la simbología pagana y cristiana se han mezclado.
Para concluir podemos decir que este símbolo milenario engloba todos los aspectos ligados a los ciclos solares, al eterno retorno, al ritmo natural de los elementos celestes en equilibrio con los elementos terrestres y la harmonía perfecta entre todas las fuerzas garantes del orden cósmico. Es un himno a la gloria del sol.
Hathuwolf Harson
Traducción: Daniel Gonnard
Fuente:
“Dictionnaire des symboles”, Jean Chevalier et Alain Gheerbrant